La importancia de la humedad: cómo regularla para preservar los alimentos frescos y evitar daños en los productos
- Rubén Magro
- 18 may
- 2 Min. de lectura
Cuando hablamos de cámaras frigoríficas, la temperatura suele llevarse todo el protagonismo. Pero hay un invitado silencioso que, si no lo controlas, puede jugarte una mala pasada: la humedad. Y créenos, saber regularla es clave para que tus alimentos lleguen frescos al cliente y tu negocio no acabe tirando producto (y dinero) a la basura.
¿Por qué la humedad es tan importante para los alimentos?
La humedad es el porcentaje de vapor de agua presente en el aire de tu cámara. Si está descontrolada, puede ser el mejor amigo de los hongos, bacterias y otros bichos que aceleran el deterioro de los alimentos. Un exceso de humedad provoca que frutas y verduras se ablanden, se llenen de moho o pierdan textura y sabor. Por el contrario, una humedad demasiado baja deshidrata los productos frescos, haciendo que pierdan nutrientes y se arruguen como una pasa.
¿El resultado? Más desperdicio, menos calidad y una factura que no para de crecer.
¿Qué pasa si no regulas bien la humedad?
Moho y bacterias: Si la humedad supera el 50%, el riesgo de contaminación microbiológica se dispara, acortando la vida útil de tus productos y poniendo en jaque la seguridad alimentaria.
Pérdida de textura y sabor: Los alimentos pueden volverse blandos, gomosos o perder su color y aroma originales.
Problemas en el envase: El exceso de humedad puede afectar incluso a los envases, dañando etiquetas y la integridad del producto.
Desperdicio y pérdidas económicas: Todo lo anterior se traduce en producto que acaba en la basura y en pérdidas para tu negocio.
Cada alimento, su humedad
No todos los alimentos necesitan la misma humedad. Aquí va una guía rápida para no perderte:

Por eso, las cámaras frigoríficas modernas suelen tener zonas o cajones con diferentes niveles de humedad, para que cada alimento esté en su ambiente ideal.
¿Cómo se regula la humedad en una cámara frigorífica?
Aquí no hay magia, pero sí tecnología y buenas prácticas:
Ventilación adecuada: Mantener el aire en movimiento evita la acumulación de humedad y calor, frenando el deterioro.
Deshumidificadores: Son tus aliados para bajar la humedad cuando el ambiente se pasa de rosca.
Control de temperatura: Evitar cambios bruscos, porque la condensación es el camino rápido al moho y la descomposición.
Cajones o zonas específicas: Los frigoríficos industriales y domésticos modernos incluyen compartimentos con control de humedad para frutas y verduras, y zonas más secas para carnes y lácteos.
Tecnología avanzada: Sistemas que regulen de forma independiente la humedad y la temperatura en cada compartimento, manteniendo la frescura y reduciendo el desperdicio.
Consejos para no liarla con la humedad
No mezcles frutas y verduras: Algunas frutas desprenden etileno, que acelera el deterioro de las verduras si están juntas.
Revisa los sellos y puertas: Una puerta que no cierra bien es una invitación a la condensación y al desastre.
Limpieza regular: El moho y las bacterias adoran los rincones húmedos y sucios. Limpia tu cámara con frecuencia.
Consulta siempre a profesionales: Cada producto tiene necesidades específicas. Si tienes dudas, en Monkfri te ayudamos a diseñar la cámara y los sistemas de control de humedad que mejor se adapten a tu negocio.
¿Listo para dejar de perder producto por culpa de la humedad? Hablemos y encuentra la solución que tu negocio necesita.
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